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Corazón de trapo

La impuntual

Nunca lo conseguiré, creo que ya va siendo hora de que me dé por vencida. Estoy agotada. Por más que lo intento no consigo llegar a tiempo a ninguna parte. Soy un total y absoluto desastre.

Es relativamente fácil encontrar excusas cuando uno llega tarde a algún sitio: el tráfico, el metro, algo que olvidamos y que nos hizo dar la vuelta y perder esos minutos de los que somos deudores... Pero, ¿qué ocurre cuando hay que disculparse por haber llegado antes de tiempo? Menuda estupidez, estarás pensando. Y puede que probablemente tengas razón. Pero yo ya estoy cansada de oír de labios que he amado que "ojalá me hubiesen conocido cinco años después". O "cinco años antes", según el caso, porque tengo episodios de todos los colores. Es agotador ser para todos la mujer perfecta que nunca llega en el momento oportuno.

Y se queja mi amiga Chena cuando llego un cuarto de hora tarde a comer a su casa. ¿Cómo no voy a retrasarme en las cosas cotidianas, si ni siquiera soy capaz de aparecer en las vidas de los que amo en el momento en el que debería? Me pregunto quién escribe este estúpido guión...

La mujer perfecta. Ja. Menos mal que al menos aún puedo reírme, qué será de mí el día que me falle el sentido del humor. Soy la mujer perfecta de la que nadie quiere hacerse excesivamente responsable. ¿Pero no te das cuenta de lo absurdo que resulta? Amapola y yo somos escapistas profesionales... Nos hemos pasado la vida huyendo, sin  mirar atrás ni para cerrar la puerta. Como buenas desarmadas que somos en el fondo. Y para una vez que decido quedarme, con todas sus consecuencias, me dan una cucharada de mi propia medicina. Pero tampoco te asustes demasiado, lo más probable es que esta codependencia tan teatral no sea más que un argumento para autoconvencerme de no huir antes de que me dé tiempo de saber si realmente esto merece la pena.

¿Y qué me dices de esas ridículas paranoias sobre bodas? La única cosa positiva que se me ocurre al pensar en una boda es que es, junto con los funerales, el único momento en que se reunen casi todos los miembros de una familia. Y en mi caso, teniendo en cuenta la peculiaridad y extravagancia que reina en mi familia, ése no es un aliciente en absoluto. Mejor los funerales. Y es que, dicen unas cosas tan bonitas de uno el día de su funeral, que me da rabia pensar que me voy a perder el mío por un par de días. Ni siquiera a eso voy a llegar a tiempo... Aunque al menos me queda la posibilidad de sentir simpatía hacia una ceremonia que tarde o temprano acabaré por protagonizar.

Ojalá fuese capaz de volver a esa época en la que algunas Certezas podían escribirse con mayúscula. Porque cada vez me siento más gata hecha de sombras y nieve, que no hace alianzas con nadie, excepto consigo misma, y que tiene dos pies en este mundo y los otros dos en un sueño.

3 comentarios

ladychena -

¿Seguro que no te reñirán? yo te reñiré por morirte, que me va a dar mucha pena, eso, si no me he muerto yo antes...

Corazón de Trapo -

Cuánta razón, Gerard. Es verdad que ese guionista debe de estar muerto de risa en algún sitio. El día que lo pille le voy a decir un par de cositas.

Y yo no estaré el día de mi funeral, pienso morirme uno o dos días antes. No está mal ser sólo parte del atrezzo, así al menos no tendré ninguna responsabilidad...

Y bien pensado, nadie podrá reñirme por llegar tarde por pasar mucho tiempo arreglándome.

Gerard -

No te equivoques, al funeral de uno siempre se llega a tiempo; porque aunque muchas veces sólo seas un figurante, o peor aun, parte del atrezzo; lo correcto suele ser que no empiecen sin uno mismo ;)

Y sobre el resto del post, la película de la vida es muy caprichosa con los que solemos darnos cuenta de lo caprichosa que es...en alguna parte hay un guionista disfrutando de lo lindo, te lo aseguro!